El descubrimiento de la vacuna contra la viruela: Edward Jenner y el inicio de la inmunología
La viruela ha sido una de las enfermedades más devastadoras en la historia de la humanidad, causando la muerte de millones de personas en todo el mundo durante siglos. El avance decisivo llegó en 1796, cuando el médico inglés Edward Jenner realizó un descubrimiento que revolucionaría el curso de la medicina y la inmunología, contribuyendo a salvar millones de vidas.
La viruela: un virus milenario
Los primeros testimonios históricos sobre el origen de la viruela se remontan al Antiguo Egipto, como lo demuestran las cicatrices encontradas en numerosos restos momificados. De hecho, uno de los primeros casos documentados de muerte causada por esta enfermedad es el del faraón Ramsés V, que vivió en el siglo XII a.C.
No hay información específica que date del período greco-romano, pero en los siglos siguientes la viruela se propagó rápidamente por todos los continentes, cobrando miles de víctimas sin distinción de edad, estatus social o nacionalidad. Además de ser extremadamente contagioso, este virus se caracteriza por una alta tasa de mortalidad, a menudo superior al 30%. Incluso en los casos de supervivencia, aunque se adquiere inmunidad frente a la viruela, la enfermedad deja cicatrices permanentes en el cuerpo y el rostro de las personas afectadas.
Durante la Edad Media, estas epidemias eran tan recurrentes que la población las consideraba un "mal inevitable", causado por los pecados humanos y capaz de destruir comunidades enteras. La situación no fue diferente durante las conquistas de América o Australia. Cuando la viruela entró en contacto por primera vez con las poblaciones aborígenes y nativas, estas fueron diezmadas en pocos días, ya que no habían desarrollado defensas inmunitarias capaces de combatirla.
En el siglo XVIII, la viruela era la principal causa de muerte en Europa. En 1716, en Estambul, la esposa del embajador británico, Lady Mary Wortley Montagu, se enteró de una práctica local para inmunizar a los más jóvenes contra la viruela. Las mujeres del lugar practicaban la "variolización", que consistía en inyectar una forma leve del virus en sus hijos para acostumbrarlos a la enfermedad. Lady Mary decidió usar la técnica en sus propios hijos y, más tarde, la promovió cuando regresó a Inglaterra, donde se encontró con una fuerte resistencia, especialmente por parte de médicos y clérigos. Desafortunadamente, este método presentaba un riesgo: hasta el 3% de los sujetos inoculados enfermaban gravemente y morían, por lo que nunca se utilizó a gran escala.
Solo a finales del siglo XVIII, gracias al revolucionario descubrimiento de Jenner, se obtuvieron los primeros resultados satisfactorios, y la viruela fue erradicada de todos los continentes en el plazo de dos siglos. El último caso registrado ocurrió en octubre de 1977 en Merca, una ciudad somalí. El hombre contagiado fue Ali Maow Maalin, cocinero de un hospital local, protagonista del último episodio de viruela contraída de forma natural en el mundo.
Tres años después, en 1980, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró oficialmente la erradicación global de la viruela, lograda tras una campaña de vacunación intensiva en los países más pobres.
Síntomas y pronóstico
Antes de entrar en detalle sobre el descubrimiento de Jenner, es importante comprender la gravedad de la viruela. Esta enfermedad infecciosa es causada por el virus Variola, que existe en dos variantes: Variola Mayor y Variola Minor.
En los primeros días tras el contagio, los síntomas eran generalmente muy similares a los de la gripe, incluyendo fiebre alta, fatiga, dolores musculares y, a veces, vómitos y diarrea. Solo después de varios días aparecían las características erupciones cutáneas: inicialmente pequeñas manchas rosadas, generalmente en el rostro, que luego se extendían por todo el cuerpo, convirtiéndose en pequeñas ampollas llenas de pus.
El pronóstico variaba según la forma del virus. En el caso de la variante más grave, Variola Mayor, la tasa de mortalidad superaba a menudo el 30%, mientras que la Variola Minor era más leve, con una mortalidad inferior al 1%. Los supervivientes se volvían inmunes a la enfermedad, pero a menudo quedaban con cicatrices visibles y, en algunos casos, podían sufrir complicaciones como ceguera o infecciones secundarias.
Por lo general, la viruela se transmitía por vía aérea, a través del contacto directo con gotitas que contenían los viriones infectados, expulsadas de la mucosa oral o nasal del enfermo. El momento de mayor contagio ocurría durante la primera semana de erupciones cutáneas, cuando las ampollas aún estaban intactas, pero el índice de infectividad seguía siendo alto hasta la recuperación total del paciente. El virus también podía propagarse a través de objetos contaminados, como ropa o sábanas, o por contacto con fluidos corporales. Una vez dentro del cuerpo, el virus se multiplicaba rápidamente, provocando la aparición de los síntomas entre 7 y 17 días.
Edward Jenner: el padre de la vacunación moderna
Edward Jenner nació en 1749 en el pequeño pueblo inglés de Berkeley, en el condado de Gloucestershire, y era hijo de un pastor protestante.
A una edad temprana contrajo la viruela, pero logró recuperarse sin sufrir graves consecuencias. Motivado por su experiencia, a los trece años se convirtió en aprendiz de un cirujano local, que lo introdujo en la práctica médica. En 1770, se trasladó a Londres para asistir al cirujano John Hunter, donde tuvo la oportunidad de ampliar sus conocimientos, incluso fuera del campo médico, como demuestran algunos de sus estudios ornitológicos (sobre el cuco) y su gran pasión por los globos aerostáticos.
No siendo un amante del caos de la ciudad, decidió regresar a su tranquila campiña, donde desarrolló un gran interés por las enfermedades infecciosas. Visitando a menudo las granjas por trabajo, Jenner notó un fenómeno interesante entre los ordeñadores: casi ninguno presentaba las características cicatrices de la viruela, ya que quienes contraían la viruela bovina (una versión mucho más leve de la viruela humana, con una tasa de mortalidad casi nula) parecían ser inmunes a la viruela humana. Jenner intuyó que la viruela bovina podía proporcionar una especie de protección natural contra el virus humano y comenzó varios años de estudios e investigaciones.
En 1796, Jenner puso a prueba su teoría. Extrajo material de una pústula de una mujer infectada con viruela bovina y lo inoculó a un niño de ocho años, James Phipps, que nunca había estado en contacto con el Variola Mayor. Tras desarrollar síntomas leves similares a los de la gripe, el niño se recuperó rápidamente. Jenner, para comprobar la eficacia del procedimiento, lo expuso unos meses después a la viruela humana, y afortunadamente, James no contrajo la enfermedad. Este experimento marcó el nacimiento de la vacunación, que se llamó así precisamente en referencia a la viruela bovina, presente en las "vacas".
El inicio de la inmunología moderna
Gracias a la determinación del doctor y a las pruebas irrefutables de su investigación, la vacunación contra la viruela se extendió rápidamente, salvando innumerables vidas. Edward Jenner no solo allanó el camino para la erradicación de la viruela, sino que sentó las bases para el desarrollo de todas las vacunas modernas, convirtiéndose en un pionero de la inmunología.
El principio de la vacunación, es decir, la inducción de una respuesta inmunitaria protectora mediante la exposición a una forma menos peligrosa del patógeno, es la base de muchas de las vacunas que utilizamos hoy en día. Su intuición permitió el nacimiento de una ciencia que, en los siglos siguientes, conduciría al desarrollo de vacunas para una amplia gama de enfermedades mortales como el sarampión, la poliomielitis, la tos ferina y la difteria, actualmente consideradas de baja peligrosidad.
Científicos posteriores como Louis Pasteur, que desarrolló las vacunas contra la rabia y el cólera, se inspiraron en las teorías de Jenner, llevando el principio de la vacunación a niveles más sofisticados y aún más seguros. La vacunación no solo ha permitido prevenir enfermedades, sino también crear una especie de "memoria inmunológica" en el sistema inmunitario humano, haciéndolo capaz de reconocer y combatir patógenos antes de que puedan causar graves daños a nuestro cuerpo.
¿La viruela del mono: una nueva amenaza?
La viruela del mono (monkeypox) es una enfermedad viral zoonótica que pertenece a la misma familia del virus de la viruela humana, pero es menos letal. Históricamente, la viruela del mono se manifestaba principalmente en regiones remotas de África central y occidental, con brotes esporádicos y limitados. Sin embargo, en los últimos años, se ha observado una creciente propagación del virus en otras partes del mundo, con casos reportados en Europa, América del Norte y Asia.
El virus se transmite principalmente a través del contacto directo con fluidos corporales, lesiones cutáneas o mucosas de animales infectados, a menudo monos o pequeños roedores, pero también puede propagarse entre humanos. El período de incubación varía entre 6 y 13 días, y los síntomas iniciales incluyen fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, fatiga e inflamación de los ganglios linfáticos. Posteriormente, aparece una erupción cutánea característica con ampollas y pústulas similares a las de la viruela humana, que tienden a extenderse por todo el cuerpo.
Aunque generalmente es menos grave que la viruela humana, la viruela del mono puede causar complicaciones, especialmente en personas con un sistema inmunológico debilitado o no vacunadas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó el brote de 2022 como una emergencia sanitaria internacional, en respuesta a la rápida propagación del virus. Para prevenir más contagios, se han adoptado medidas de vigilancia sanitaria y, en algunos casos, se ha utilizado la vacuna contra la viruela humana, ya que ha demostrado ser eficaz también contra la viruela del mono. Aunque no representa una amenaza comparable a la viruela histórica, su propagación subraya la importancia de la vigilancia global frente a las enfermedades emergentes y el fortalecimiento de las campañas de prevención y vacunación.