El nacimiento de la higiene hospitalaria: Florence Nightingale y la guerra de Crimea

Hasta el siglo XIX, las condiciones higiénicas en los hospitales eran extremadamente deficientes, contribuyendo a la propagación de enfermedades y a una alta mortalidad. Un cambio radical se produjo gracias a la obra de Florence Nightingale, una enfermera británica que revolucionó la gestión sanitaria hospitalaria al introducir protocolos de higiene y atención basados en la evidencia.


Los orígenes de Florence Nightingale

Florence nació en 1820 en Florencia, ciudad de la que tomó su nombre. Hija de una familia aristocrática, creció entre las propiedades familiares en Inglaterra, desarrollando una profunda fe cristiana. Desde joven mostró una gran sensibilidad y pasión por el cuidado de las personas enfermas y necesitadas, que decidió cultivar formándose de manera autodidacta.

Contrario a las expectativas sociales de su tiempo, que la veían destinada a un matrimonio de interés, Florence prefirió dedicarse a la profesión de enfermera, una carrera que en aquella época se consideraba una actividad puramente servil. A menudo en desacuerdo con su familia, Nightingale nunca abandonó su vocación, llegando incluso a rechazar la mano de un rico político inglés. Su determinación la llevó a viajar ampliamente, lo que le permitió conocer las reales condiciones higiénico-sanitarias y adquirir valiosa experiencia.


Las condiciones sanitarias antes de Florence Nightingale

A principios de 1800, los hospitales eran a menudo lugares peligrosos, más que centros de curación. Las prácticas higiénicas eran mínimas o incluso inexistentes: los pacientes eran ingresados en ambientes abarrotados, con escasa ventilación y camas sucias.
Los instrumentos quirúrgicos no se desinfectaban adecuadamente y el personal hospitalario rara vez se lavaba las manos entre un paciente y otro. Estas condiciones favorecían la propagación de infecciones como el tifus, la disentería y la sepsis, con tasas de mortalidad que superaban incluso el 40% en algunas estructuras hospitalarias.

Del mismo modo, las condiciones higiénico-sanitarias en los campos de batalla y entre los soldados eran extremadamente precarias. Las tropas vivían en campamentos abarrotados y insalubres, a menudo sin acceso a agua potable y sin sistemas adecuados para la eliminación de residuos y aguas residuales.
Las heridas de combate, si no se trataban adecuadamente, se infectaban rápidamente, llevando a la septicemia y la gangrena.
Las enfermedades infecciosas, como el cólera y la fiebre tifoidea, se propagaban rápidamente entre los soldados, causando más víctimas que los combates mismos. La falta de protocolos sanitarios y el escaso conocimiento de las prácticas higiénicas hacían que la mortalidad en los conflictos fuera altísima, no solo por las heridas sufridas en batalla, sino también por las epidemias que asolaban a las tropas.


Los primeros enfoques en el entorno

En 1844, Florence comenzó a luchar por la mejora de la atención médica en los consultorios de las workhouses destinadas a los más pobres, ganándose el apoyo de Charles Pelham Villiers, presidente del Poor Law Board.

En 1849, prestó asistencia a los heridos de la República Romana, y en 1850 se hospedó en el hospital de Kaiserswerth, en Alemania, gestionado por diaconisas luteranas, donde quedó impresionada por la calidad de la atención ofrecida. Regresó en 1851 para completar una formación de enfermería más estructurada y publicó un informe detallado sobre esa experiencia. Gracias al apoyo económico de su padre, quien le garantizó una renta anual, pudo dedicarse por completo a su misión de mejorar las condiciones sanitarias. Estas experiencias fueron fundamentales para el trabajo que realizaría poco después durante la guerra de Crimea.


La misión en Crimea y los primeros resultados

El punto de inflexión llegó con la Guerra de Crimea, que tuvo lugar entre 1853 y 1856, cuando Gran Bretaña y Francia, temiendo la expansión rusa hacia el Mediterráneo, se movieron para defender a Turquía.

En 1854, Florence fue encargada por el gobierno británico de mejorar las condiciones sanitarias de los hospitales militares. Al llegar al hospital de Scutari, en Turquía, encontró una situación desastrosa: soldados heridos yacían en camas infestadas de parásitos, en entornos carentes de agua potable y con escaso acceso a alimentos adecuados.

Florence Nightingale trajo consigo una innovación revolucionaria: la convicción de que las enfermedades podían prevenirse mejorando las condiciones higiénicas y sanitarias. Su metodología se basaba en un enfoque científico que implicaba el monitoreo de datos, el análisis de las causas de las enfermedades y la aplicación de prácticas higiénicas modernas.

Junto a su grupo de enfermeras, introdujo algunos procedimientos innovadores para la época, entre ellos:

  • Lavado de manos y de instrumentos quirúrgicos para reducir la transmisión de infecciones.
  • Desinfección de los entornos hospitalarios mediante el uso de desinfectantes y una mejor gestión de los residuos.
  • Mejora de la ventilación para reducir la concentración de patógenos en el aire.
  • Alimentación adecuada para los pacientes, fundamental para fortalecer las defensas inmunitarias.
  • Organización de los cuidados con turnos de atención regulares y una mejor gestión del personal de enfermería.
  • Separación de los pacientes infectados de los no infectados.

Las medidas adoptadas tuvieron un impacto positivo inmediato: en pocos meses, la tasa de mortalidad en el hospital de Scutari descendió del 42% al 2%. Este extraordinario resultado demostró la importancia de la higiene hospitalaria y llevó al gobierno británico a reformar todo el sistema de salud militar.

A su regreso a Inglaterra, Nightingale continuó promoviendo sus ideas a través de publicaciones y campañas de concientización. Su libro Notes on Nursing: What It Is and What It Is Not (1859) se convirtió en un texto de referencia para la formación y contribuyó al nacimiento de la moderna profesión de enfermería.

En 1860, Nightingale fundó la "Nightingale Training School for Nurses" en Londres, la primera escuela de formación en enfermería del mundo, dando oficialmente inicio a la profesionalización de la figura del enfermero.


El legado de Florence Nightingale: la higiene hospitalaria hoy

El legado de Florence Nightingale es aún evidente hoy en día en el ámbito de la desinfección hospitalaria y en la prevención de infecciones. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido la importancia de las medidas higiénicas introducidas por Nightingale, destacando cómo el simple lavado de manos sigue siendo uno de los métodos más efectivos para prevenir la propagación de infecciones nosocomiales, tanto que el cinco de mayo se ha elegido como “Día Mundial de la Higiene de las Manos”.

Su atención a los datos estadísticos y a la investigación científica ha cambiado la forma de concebir la salud pública. La figura del enfermero, gracias a Nightingale, ha adquirido un papel fundamental en el sistema sanitario, y sus innovaciones son la base de las modernas políticas de higiene hospitalaria. El "Nightingale Pledge", un juramento que los enfermeros hacen para comprometerse a brindar cuidados con compasión y competencia, es otro de sus lazos duraderos con la profesión.