La teoría humoral: los cuatro humores y la medicina griega antigua
Formulada en gran parte por los antiguos médicos griegos, en particular Hipócrates y Galeno, esta teoría fue una de las explicaciones más antiguas e influyentes en la historia de la medicina occidental durante más de un milenio.
Origen de la teoría humoral
Este pensamiento tiene profundas raíces en la antigua Grecia cuando, en el siglo V a.C., Hipócrates fue de los primeros en formalizar el concepto. Considerado el padre de la medicina antigua, sus ideas se basaron en las teorías cosmológicas y filosóficas de Empédocles, un filósofo que creía que todo en el universo estaba compuesto por cuatro elementos: aire, agua, tierra y fuego.
Para el médico griego, esta filosofía científica podía ser compartida solo con aquellos que pudieran comprenderla: "las cosas sagradas no deben enseñarse a los profanos antes de que hayan sido iniciados en los misterios de la ciencia". Uno de sus principios fundamentales veía la medicina como la "fuerza curativa natural" (vis medicatrix naturae), según la cual el cuerpo tiene una capacidad innata para reequilibrarse durante los momentos de enfermedad. Hipócrates concebía al médico como un apoyo a esta fuerza natural, valorando particularmente la interacción entre médico y paciente para lograr una cura eficaz.
Fue también un precursor de la patología moderna; nunca realizó disecciones de cadáveres, pero introdujo los conceptos clave de diagnóstico y pronóstico. Para él, la enfermedad solía depender del estilo de vida del paciente y estaba influenciada por factores atmosféricos, dietas y condiciones psicológicas y sociales.
En la base de la teoría humoral estaba la idea de que el cuerpo humano estaba gobernado por cuatro fluidos fundamentales, conocidos como "humores": sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema. Un siglo más tarde, el médico romano Galeno profundizó estos conceptos, estableciendo que el equilibrio perfecto de estos cuatro componentes garantizaba la salud física y mental del paciente.
Los cuatro humores: descripción y función
Cada uno de los cuatro humores principales estaba asociado a características físicas y psicológicas específicas:
- Sangre: asociada al elemento aire, se creía que era producida por el hígado, los pulmones y el corazón. Se describía como cálida y húmeda, y se relacionaba con la energía vital. Un exceso de sangre provocaba una personalidad sanguínea, caracterizada por optimismo, sociabilidad y pasión, pero también por impulsividad y frivolidad. Para equilibrar los humores y eliminar el exceso de sangre, se recomendaba la práctica de la sangría, acompañada de una alimentación con alimentos "fríos y secos", en oposición al calor y humedad de la sangre.
- Bilis amarilla: ligada al fuego y al hígado, se pensaba que era cálida y seca, también llamada "cólera". Un exceso de bilis amarilla llevaba a un temperamento colérico, caracterizado por impulsividad, irascibilidad y tendencia a la ira. También era típica en personas astutas, generosas y con una piel colorida. Estimulada particularmente por el Sol en verano, en la adolescencia y durante el día, se pensaba que era responsable de diversas enfermedades agudas e inflamatorias, especialmente las relacionadas con el hígado.
- Bilis negra: asociada a la tierra y al bazo, la bilis negra era fría y seca. El término identificaba los coágulos de sangre negra y todas las alteraciones oscuras del moco. Un exceso de bilis negra era la causa de un temperamento melancólico, que conducía a la tristeza, la depresión y la reflexión profunda. Estos desequilibrios podían provocar un temperamento “saturnino”, pues se pensaba que estaba regido por Saturno, símbolo de introversión, reflexividad y melancolía. Se creía que la bilis negra aparecía en mayor cantidad en la edad madura, en otoño y en la noche, a menudo estimulada por colores oscuros y negros.
- Flema: asociada al agua y a los pulmones, se consideraba fría y húmeda, a menudo llamada también “catarro”. Representaba el moco producido por las mucosas de las vías respiratorias y, a veces, por el cerebro. Una persona con exceso de flema era descrita como flemática, inclinada a la calma, lentitud y tranquilidad, pero también a la pereza y la torpeza. Era el humor considerado responsable de las enfermedades crónicas, especialmente las catarrales, y de fenómenos de epilepsia. Para recuperar el equilibrio humoral se recomendaban dietas "secas y calientes" y cambios de ambiente.
Aplicación práctica en la medicina griega antigua
La teoría humoral no era solo una explicación teórica de las causas de las enfermedades, sino que también proporcionaba una guía para los tratamientos médicos. Hipócrates y sus seguidores creían que la enfermedad era causada por un desequilibrio de los humores y que el tratamiento debía enfocarse en restaurar dicho equilibrio.
Entre los tratamientos más comunes se encontraban:
- Sangrías: se pensaba que eran útiles para reducir el exceso de sangre y devolver el cuerpo al equilibrio. Se utilizaban instrumentos como las sanguijuelas o la flebotomía. Esta técnica comenzó a abandonarse gradualmente a partir del siglo XIX y fue casi completamente desechada en el siglo siguiente, cuando los avances en la medicina empezaron a considerarla dañina e ineficaz. De hecho, se descubrió que muchas de las enfermedades comunes de la época eran causadas por bacterias y virus, y que el cambio de sangre no mejoraba la salud de los pacientes.
- Purificaciones: a menudo se recomendaba el uso de potentes laxantes o eméticos para eliminar el exceso de bilis amarilla o negra. Estas prácticas podían debilitar gravemente a los pacientes, afectando su sistema inmunológico y empeorando aún más su condición médica.
- Regímenes alimentarios: los alimentos y bebidas adecuados se consideraban esenciales para mantener el equilibrio de los humores. Algunos alimentos estaban recomendados o prohibidos según los humores predominantes de una persona.
- Baños y compresas: el uso del agua se recomendaba frecuentemente para reequilibrar la flema, ya que representaba el humor asociado con el agua.
Críticas y superación de la teoría humoral
A pesar de su predominio en la medicina occidental, la teoría humoral comenzó a cuestionarse durante el Renacimiento, un período de gran renovación intelectual y científica. Médicos y científicos empezaron a prestar mayor atención a la anatomía y la fisiología, llevando a cabo estudios basados en la observación directa del cuerpo humano.
Figuras como Andreas Vesalio, considerado el padre de la anatomía moderna, desafiaron la autoridad de Galeno, cuyos escritos se fundamentaban en gran medida en la teoría humoral. A través de las disecciones, Vesalio demostró que muchas de las afirmaciones de Galeno sobre la estructura del cuerpo eran erróneas, iniciando una nueva era en la comprensión del cuerpo humano.
Otro científico revolucionario fue William Harvey, quien, en 1628, publicó su obra "Exercitatio Anatomica de Motu Cordis et Sanguinis in Animalibus". En ella, Harvey explicaba por primera vez el funcionamiento de la circulación sanguínea, mostrando que el corazón actúa como una bomba para la sangre. Este descubrimiento invalidó la idea de que el equilibrio de los humores dependía de un flujo irregular de fluidos corporales, generando más dudas sobre la teoría humoral.
También la revolución científica en los siglos XVII y XVIII, con figuras como René Descartes e Isaac Newton, cambió radicalmente la manera en que se comprendía el cuerpo humano y la enfermedad. El énfasis en la razón y la observación empírica condujo a la creación del método científico, que requería pruebas concretas y replicables para confirmar las teorías médicas.
La superación total de la teoría humoral se dio con el nacimiento de la microbiología en el siglo XIX, gracias al descubrimiento de los microbios y su correlación directa con muchas enfermedades. Louis Pasteur y Robert Koch demostraron que muchas infecciones eran causadas por bacterias y virus específicos, en lugar de desequilibrios internos de humores. Sus investigaciones abrieron el camino a la moderna teoría de los gérmenes y a la comprensión de las causas infecciosas de las enfermedades.
El legado de la teoría humoral
A pesar de su declive en la medicina tradicional, el concepto de equilibrio corporal sobrevive en muchas prácticas de medicina alternativa. Disciplinas como la medicina china y el ayurveda se basan en principios similares al equilibrio de los humores, aunque aplicados con diferentes terminologías y modelos energéticos.
Del mismo modo, la teoría humoral inspiró la homeopatía y algunas prácticas de medicina holística, que ven el cuerpo humano como un conjunto interconectado, donde la salud se deriva del equilibrio armonioso de varios factores.
Otro campo en el que la teoría humoral ha dejado una huella es la psicología. La idea de que los desequilibrios internos puedan influir en la mente y el comportamiento es un concepto que resuena con la comprensión moderna de los trastornos psicosomáticos y la importancia de un enfoque holístico para la salud mental y física.
Aún habiendo sido superada por descubrimientos modernos, la teoría humoral tuvo un impacto duradero en la medicina y en la cultura occidental, sentando las bases para la comprensión futura del cuerpo humano y sus enfermedades.