Cómo proteger la piel del riesgo de lesiones

La integridad cutánea juega un papel esencial en el bienestar de los pacientes. La piel, siendo el órgano más extenso del cuerpo, es fundamental para la protección contra agentes externos y en la regulación de la temperatura corporal. En entornos sanitarios, la piel está expuesta diariamente a numerosos riesgos que podrían dañarla, llevando a complicaciones clínicas significativas.

La piel realiza una serie de funciones vitales que van más allá de ser una simple cobertura externa. Compuesta por tres capas principales – epidermis, dermis y tejido subcutáneo – actúa como una barrera protectora, defendiendo el cuerpo de infecciones, agentes químicos y daños físicos.



La capa más externa de la piel, la epidermis, está compuesta principalmente por células llamadas queratinocitos. Debajo de la epidermis se encuentra la dermis, que contiene fibras de colágeno y elastina, proteínas que proporcionan fuerza y elasticidad. La dermis también alberga vasos sanguíneos, terminaciones nerviosas, folículos pilosos y glándulas sudoríparas, todos elementos esenciales para la termorregulación y la sensación táctil.
La piel produce sebo y sudor, que forman una película hidrolipídica en la superficie. Esta película tiene un pH ligeramente ácido que inhibe el crecimiento de bacterias patógenas y hongos, brindando una protección adicional contra infecciones.

Además, la piel contiene células inmunitarias especializadas, como las células de Langerhans en la epidermis y los macrófagos en la dermis, que detectan y responden a los patógenos que han penetrado. Estas células inician una respuesta inmunitaria local para prevenir infecciones y acelerar la curación.


Cuando la barrera cutánea se ve comprometida por traumas físicos o condiciones patológicas, las consecuencias pueden ser graves y multifactoriales:
  • Aumento del riesgo de infecciones: Una piel dañada ofrece una vía de acceso directa para bacterias, virus y hongos.
  • Dolor y malestar: Las lesiones cutáneas pueden ser extremadamente dolorosas, afectando la calidad de vida del paciente.
  • Úlceras por presión: Los pacientes inmovilizados o con movilidad reducida son especialmente vulnerables.
  • Impacto económico: Los tratamientos prolongados y la necesidad de cuidados avanzados incrementan los costos de la atención médica.

Principales amenazas a la integridad cutánea

Las condiciones que pueden comprometer la integridad cutánea incluyen:
  • Deterioro cutáneo asociado a la humedad (MASD): Causado por la exposición excesiva a la humedad y agentes irritantes.
  • Úlceras por presión (PU): Resultantes de la presión prolongada sobre áreas específicas del cuerpo.
  • Lesiones cutáneas relacionadas con adhesivos médicos (MARSI): Debido al uso prolongado de adhesivos.
  • Dermatitis asociada a la incontinencia (IAD): Provocada por la exposición a orina y heces.
  • Daño cutáneo periestomal: Relacionado con el uso de bolsas para estomas.
  • Daño cutáneo perilesional: Asociado a heridas que producen grandes cantidades de exudado.
  • Intertrigo (ITD): Causado por la fricción y la humedad.


Prevención y gestión de daños cutáneos

La prevención y el manejo de los daños cutáneos son fundamentales para garantizar la salud y el bienestar de los pacientes, especialmente en condiciones de alta humedad o en presencia de enzimas fecales. A continuación, algunos instrumentos eficaces para proteger la piel:

  •  Película protectora: las películas protectoras, disponibles en diversas formas como spray o crema, están diseñadas para crear una barrera transparente en la piel, protegiéndola de los agentes irritantes. Estos productos son ideales para prevenir daños cutáneos en áreas propensas a la humedad excesiva.
  • Película de poliuretano: las películas de poliuretano ofrecen una barrera transpirable pero impermeable que protege la piel de la humedad y de los contaminantes externos. Estas películas se utilizan para cubrir y proteger heridas y piel intacta en ambientes húmedos.
  • Cremas hidratantes y protectoras: emolientes e hidratantes, forman una capa de protección en la piel, ideal para prevenir irritaciones causadas por la orina y las heces. Este tipo de producto es especialmente útil para pacientes con incontinencia, ya que protege la piel de los daños enzimáticos.
El personal sanitario desempeña un papel crucial en la prevención y gestión de daños cutáneos mediante la evaluación regular de la condición de la piel de los pacientes, identificando rápidamente los signos de daño. Un monitoreo continuo permite intervenir a tiempo y prevenir complicaciones.

Además, educar a los pacientes y sus familias sobre las mejores prácticas para el cuidado de la piel es esencial. Esto incluye la importancia de mantener la piel limpia y seca, el uso correcto de productos protectores y la gestión de la incontinencia.

Desarrollar e implementar planes de cuidado personalizados que incluyan el uso de vendajes avanzados y productos protectores adecuados a las necesidades específicas es igualmente importante. Este enfoque proactivo reduce el riesgo de daños cutáneos y mejora los resultados clínicos.