Mascarillas protectoras: cuál elegir para protegerse mejor en la clínica
En el mercado, hay varios modelos de mascarillas protectoras disponibles, y es importante conocer las diferencias para utilizarlas de la mejor manera. Vamos a analizarlo en detalle.
Las mascarillas protectoras tuvieron éxito entre el público durante la pandemia de COVID-19, pero en realidad, su uso tiene una larga historia.
Las primeras mascarillas protectoras se remontan a los años 1500-1600, ideadas tras las epidemias de peste bubónica. Eran máscaras que cubrían todo el rostro, con un gran pico que cubría la nariz donde se colocaba una mezcla de 55 hierbas para protegerse de los infectados. En la segunda mitad del siglo XIX, las mascarillas protectoras se diseñaron como un gran pañuelo de varias capas, cosido directamente al delantal de los médicos.
A principios del siglo XX, en Manchuria, se desarrolló una epidemia de peste muy agresiva. El médico chino Lien-teh Wu creó una mascarilla de gasa y algodón con varias capas de tejido para filtrar el aire. Fue uno de los primeros en intuir que la peste se transmitía a través de la inhalación de gotitas respiratorias, lo que hoy conocemos como "gotas de flügge" o "gotitas". La mascarilla protectora FFP1, tal como la conocemos hoy, aún conserva la forma creada por el Dr. Wu.
Las características técnicas de las mascarillas protectoras
No todas las mascarillas protectoras disponibles en el mercado garantizan el mismo tipo de protección. En general, podemos dividir las mascarillas de protección en dos grandes categorías: mascarillas quirúrgicas y mascarillas filtrantes FFP1, FFP2, FFP3 (o N95, N99 y N100 en la nomenclatura americana).
Las mascarillas quirúrgicas tienen forma rectangular y están hechas con tres capas superpuestas de tejido no tejido plisado. Cada capa tiene su función específica: la capa externa de color azul está tratada con sustancias hidrófobas; la capa central (no visible) actúa como filtro para bloquear los patógenos, y la capa interna, que está en contacto con el rostro, tiene la función de absorber la humedad que producimos al hablar o respirar. Las mascarillas quirúrgicas están diseñadas para impedir que quien las lleva contagie a otras personas. Logran limitar la difusión de partículas infecciosas en el ambiente, pero no protegen de la inhalación de partículas aéreas muy finas. La capacidad de filtrado de las mascarillas quirúrgicas es de aproximadamente el 95%, mientras que de afuera hacia quien las lleva es de aproximadamente el 20%. Las mascarillas Cemp garantizan una capacidad de filtrado del 98%.
Las mascarillas filtrantes se indican a menudo con las siglas FFP (Filtering Facepiece Particles), acompañadas de un número del 1 al 3 que indica, en orden creciente, la capacidad de protección.
Son dispositivos de protección individual (EPI) diseñados para proteger a quien las lleva de la contaminación externa. Están hechas con capas de tejido no tejido (TNT), cada una con una función específica:
- Capa externa: protege de las partículas más grandes;
- Capa central: filtra las partículas más pequeñas;
- Capa interna: absorbe la humedad producida por la respiración, la tos, etc.
Están disponibles en versión con o sin válvula; esta última no afecta la capacidad de filtrado, pero asegura un mayor confort para quien las lleva durante mucho tiempo, reduciendo la humedad.
Las mascarillas FFP1 aseguran la protección de las vías respiratorias en ambientes polvorientos, pero no protegen contra los patógenos transmitidos por vía aérea.
Las mascarillas FFP2 aseguran la protección de las vías respiratorias también contra los patógenos.
Las mascarillas FFP3 aseguran una protección casi total, especialmente contra los patógenos transmitidos por vía aérea o las maniobras médicas que producen aerosoles.
En el ámbito sanitario, se utilizan principalmente las mascarillas FFP2 y FFP3, pero están disponibles para la venta también en línea o en las farmacias. Son dispositivos que tienen una capacidad de filtrado que va del 94% al 99% y están indicados contra los virus.
Cómo ponerse correctamente las mascarillas protectoras
Las mascarillas protectoras deben ser usadas correctamente para que su protección sea verdaderamente eficaz. Puede parecer un proceso intuitivo, pero es importante tener en cuenta algunas sencillas recomendaciones. En primer lugar, es importante lavarse las manos antes de ponerse la mascarilla para evitar infectarse. La mascarilla debe colocarse bien ajustada al rostro, cubriendo adecuadamente la boca, la barbilla y la nariz. La parte rígida de la mascarilla quirúrgica contiene un alambre metálico que permite ajustar la parte superior al tabique nasal. Las mascarillas filtrantes FFP tienen una forma que recuerda a una concha; la parte más rígida debe colocarse sobre el tabique nasal y ajustarse cuidadosamente.
Cómo desechar las mascarillas
Las mascarillas quirúrgicas o las mascarillas filtrantes que tienen la letra "N" o "NR" en el lateral son dispositivos de un solo uso y deben desecharse después de cada uso en el contenedor de residuos no reciclables. Antes de retirar la mascarilla protectora, es importante lavarse las manos para evitar que cualquier virus o bacteria entre en contacto con el rostro. Después de desechar la mascarilla, es necesario desinfectarse las manos. En caso de positividad a la COVID-19, se deben seguir las directrices de eliminación de residuos del ayuntamiento.
La compra de mascarillas
En España, la deducibilidad fiscal de las mascarillas sigue unas pautas específicas. A partir del 19 de noviembre de 2020, el IVA de las mascarillas quirúrgicas se redujo del 21% al 4% para facilitar su acceso. Sin embargo, las mascarillas no son deducibles en las declaraciones de renta de los individuos a menos que se usen con fines profesionales o laborales.
Para las empresas, el coste de las mascarillas destinadas a los empleados puede ser deducido como gasto empresarial, siempre y cuando estas sean necesarias para garantizar la seguridad en el entorno laboral. Los autónomos y profesionales independientes también tienen la posibilidad de deducir el costo de las mascarillas, pero deben demostrar que estas son indispensables para el desarrollo de su actividad profesional.
Además, es importante que las mascarillas cuenten con la certificación CE, que asegura que cumplen con los estándares de calidad y seguridad establecidos por la Unión Europea, permitiéndoles ser consideradas dispositivos de protección adecuados. Este aspecto es fundamental para que las mascarillas sean reconocidas fiscalmente como deducibles en un contexto profesional. Asimismo, es crucial conservar la documentación adecuada, como facturas y recibos, que acrediten la compra de las mascarillas. Este tipo de documentación respalda la deducción y garantiza que las transacciones cumplen con los requisitos legales. En términos de clasificación, las mascarillas quirúrgicas se consideran dispositivos médicos, mientras que las mascarillas FFP2 y FFP3 se clasifican como equipos de protección individual (EPI). Esta distinción es importante, ya que los EPI ofrecen un mayor nivel de protección y, en consecuencia, su adquisición está sujeta a criterios específicos para su deducción.