Auriculares y salud del oído: comportamientos de riesgo y prevención

Cada vez más presentes en nuestra vida diaria, los auriculares pueden alterar el equilibrio del oído. Unas pocas reglas simples y controles periódicos reducen el riesgo de infecciones. 

Un tema cada vez más actual

El uso de auriculares y cascos se ha convertido en parte integral de nuestra rutina diaria: desde el teletrabajo hasta los entrenamientos, pasando por la simple escucha de música o podcasts, estos dispositivos acompañan ahora a la mayoría de la población adulta. El 60 % declara utilizarlos durante varias horas al día, y el mercado de auriculares, que ya alcanza un valor de 74mil millones, se espera que crezca un 11 % para 2032.

Paralelamente a la expansión de estos dispositivos, se observa un aumento de las patologías del conducto auditivo, especialmente la otitis externa. En este contexto, la prevención y el control periódico juegan un papel fundamental para evitar la aparición de molestias o infecciones.

Cómo los auriculares pueden alterar el equilibrio del oído

El ambiente del conducto auditivo está normalmente protegido por cerumen, ventilación natural y una flora microbiana equilibrada. La introducción de un cuerpo extraño en el oído puede alterar este equilibrio de diversas maneras:

  • Contaminación bacteriana: los auriculares se apoyan en superficies, se guardan en bolsillos o mochilas y entran en contacto con las manos; al volver a introducirlos en el oído, transfieren los microorganismos recogidos.
  • Humedad y ventilación reducida en el conducto: los auriculares actúan como un verdadero tapón que retiene calor y humedad, favoreciendo la proliferación de bacterias y hongos.
  • Microtraumas y presión por fricción, que pueden provocar la aparición de infecciones.
  • Alteraciones en la producción o eliminación natural del cerumen: el movimiento de los auriculares puede empujar el cerumen hacia el interior o impedir su expulsión natural, creando acumulaciones que favorecen la inflamación.

Estos mecanismos no afectan solo a los auriculares: cualquier objeto introducido en el oído puede causar problemas. Sin embargo, los auriculares son los más comunes y se utilizan durante muchas horas, aumentando la exposición a los factores de riesgo.

Principales factores de riesgo

Algunos comportamientos en el uso de auriculares aumentan significativamente el riesgo de otitis:

  • Escucha a volumen alto, que además de dañar la audición, aumenta el estrés sobre las estructuras del oído y las hace más vulnerables a infecciones.

 

  • Uso prolongado: cuanto más tiempo permanecen los auriculares en el oído, más tiempo el conducto auditivo queda cerrado y poco ventilado, aumentando el riesgo de infecciones.

 

  • Higiene insuficiente, que provoca la proliferación de bacterias, hongos y residuos orgánicos.

 

  • Compartir auriculares, lo que implica compartir también la flora bacteriana y fúngica presente en el dispositivo.

 

  • Uso durante la actividad física, cuando la sudoración y la temperatura aumentan, creando un ambiente óptimo para la proliferación de bacterias.

 

Prevención y monitoreo

Prevenir la otitis asociada al uso de auriculares no requiere cambios radicales, sino un conjunto de precauciones específicas y, sobre todo, un seguimiento regular del estado de salud del oído:

  • Limpieza regular de los auriculares: una limpieza frecuente con productos no agresivos evita la acumulación de bacterias e impurezas en las superficies que entran en contacto con el conducto auditivo.

 

  • Evitar el uso prolongado: alternar periodos de escucha con pausas permite al oído ventilarse y restaurar sus condiciones fisiológicas.

 

  • Evaluar alternativas menos invasivas: los cascos supraaurales o abiertos mantienen el conducto más seco y ventilado que los auriculares intrauditivos.

 

 

El papel de la otoscopia

El seguimiento más eficaz sigue siendo la otoscopia: con unos pocos segundos de observación, el profesional puede detectar irritaciones, microtraumas, acumulaciones de cerumen, estancamiento de humedad o signos iniciales de infección que a menudo todavía no presentan síntomas evidentes.

Integrarla en la rutina de prevención —una vez al año, o cada seis meses en usuarios habituales— permite intervenir de manera temprana y continuar usando auriculares de forma segura.

En los últimos años, los video-otoscopios han hecho esta evaluación aún más precisa y accesible: la imagen ampliada del conducto auditivo permite identificar alteraciones mínimas y monitorear la evolución de posibles irritaciones. La posibilidad de registrar o comparar imágenes con el tiempo facilita el diagnóstico temprano y el seguimiento, convirtiendo la otoscopia en una herramienta aún más útil para la prevención.